El mal de Alzheimer pasa por distintas etapas caracterizadas por un progresivo empeoramiento en la sintomatología. Se puede dividir en tres períodos:
Durante la primera etapa se empieza a percibir un ligero deterioro en la memoria del afectado. Comienza a olvidar eventos tan recientes como qué ha comido o una conversación que ha mantenido hace unos minutos.
También empieza a sentirse desorientado en cuanto a todo lo que le rodea, haciendo que deje de reconocer el lugar en el que está. Debido a este síntoma el afectado de Alzheimer olvida el camino hacia sitios que siempre ha frecuentado, e incluso el de vuelta a casa, provocando que se pierda.
Otros signos comunes son fatiga, disminución de la concentración, cambios de humor o apatía.
Cuando el afectado deAlzheimer entra en la segunda fase, todos los aspectos de la memoria comienzan a fallar progresivamente. Es entonces cuando comienzan a surgir síntomas mucho más preocupantes como la afasia -dificultad en el habla-, la apraxia -capacidad de llevar a cabo funciones aprendidas- y la agnosia -pérdida de la capacidad de reconocer a las personas con las que convive-.
Aunque cada vez la dependencia del cuidador es mayor, es importante que el afectado de Alzheimer mantenga su independencia durante las dos primeras etapas de la enfermedad.
Las facultades intelectuales se ven profundamente afectadas y los síntomas cerebrales se agravan. Se acentúa la rigidez muscular y pueden aparecer temblores y crisis epilépticas. El afectado de Alzheimer se vuelve profundamente apático y pierde las capacidades automáticas llegando incluso a la incontinencia urinaria y fecal.