En España hay cerca de 600.000 afectados por la enfermedad de Alzheimer, siendo la demencia más común en la población anciana. Al menos en el 80% de los casos es un miembro de la familia el que se hace cargo de los cuidados de la persona en el propio domicilio.
Normalmente este cuidador es una mujer -superando a los varones en una proporción de cuatro a uno- de unos 50 años que se hace cargo del afectado de Alzheimer sin el apoyo del resto de la familia.
Estos cuidadores improvisados sufren importantes cambios en su vida, desencadenando una merma de su salud física y mental hasta el punto de llegar al denominado 'burn out' o 'síndrome del cuidador'.
Este trastorno se produce cuando, poco a poco, el responsable de una persona con Alzheimer va asumiendo el cuidado del afectado, con la consecuente carga física y psicológica, hasta convertirse en el centro de su vida y ocupar todo su tiempo.
El cuidador va perdiendo progresivamente su independencia y autonomía hasta terminar desatendiéndose a sí mismo. Ni ocio, ni aficiones, ni amigos. Su proyecto de vida queda paralizado hasta nuevo aviso.
Por eso es tan importante que, mientras sea posible, los afectados de Alzheimer conserven su libertad y sean autosuficientes dentro de las limitaciones que impone la enfermedad.